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… y no sólo por los colores ocres del paisaje, del amarillo al rojo de los atardeceres o del azul al violeta de los cielos, sino por la diversidad de esta nación en la que conviven multitud de razas, culturas, idiomas y religiones, atrás queda la oscuridad de su pasado.
Os proponemos un viaje diferente, un viaje que hicimos hace unas semanas y que os recomendamos hacer pero en otra época del año, los inviernos aquí son fríos y hay pocas horas de luz. Este viaje no consiste en visitar el máximo número de ciudades, parques nacionales, playas, pueblos, restaurantes, etc, y es algo complicado porque este país tiene muchas cosas que ver, se dice que ofrece el mundo entero en un mismo país. Nuestra propuesta es disfrutar y «vivir» una reserva natural y sus alrededores, lejos de las dos grandes urbes de Sudáfrica: Johannesburgo y Ciudad del Cabo.
Después de unas cuantas horas de vuelo, esto siempre es lo peor, y más cuando no hay vuelo directo a Johannesburgo, pusimos rumbo directo a nuestro destino tomando la carreta N-1. Las carreteras son «infinitas» no ves el final, en estas tierras el dicho de «ancha es Castilla» cobra otra dimensión. Nuestra primera parada fue Bloemfontein, la ciudad de las rosas, está situada en el corazón de Sudáfrica, es la capital de Free State y la capital judicial del país. Aquí se paraban los primeros viajeros antes de sus incursiones por el interior, y eso mismo hicimos nosotr@s. Nos enteramos que estuvieron alojados los integrantes de la selección española de fútbol cuando comenzó su andadura en el Mundial del 2010 y, otra curiosidad, en esta ciudad nació J.R. Tolkien, autor de la saga «El Señor de los Anillos».
Después de una parada “técnica” (comer, compra y gasolina) nos pusimos de nuevo en marcha, por estas rectas de asfalto que nuncan terminan, hasta llegar a Luckhof, un pueblecito pequeño en el que se distingue perfectamente donde viven los hombres «blancos» y los de «color», que cuenta con un supermercado, iglesia, escuela, gasolinera, tienda de licores,…y muchas ovejas, en este punto dejamos la carretera de asfalto para comenzamos a recorrer caminos y traspasar varias fincas con sus vallas correspondientes, rodeados de vacas, terneros, ovejas y algún que otro caballo, hasta llegar a una valla automatizada, llegábamos a nuestro destino, Joostenberg.
Joostenberg, es una reserva natural de unas 15.000 hectáreas en la que conviven antílopes, babuinos, cebras, jirafas y facóqueros. Alojarte entre tanta naturaleza es un lujo, ahora es invierno, por lo que toca encender chimenea, acostarse y levantarse pronto y sobre todo disfrutar de un paisaje de tonos ocres indescriptibles, eso sin hablar de los atardeceres. Lo malo es que no puedes hacer uso de la maravillosa piscina ni disfrutar de los cielos estrellados, pero… ¡nosotr@s no estamos de vacaciones!
Las instalaciones están en el valle, por lo que un recorrido a pie es factible, con ojo avizor en busca del animal deseado y mirando al suelo para no pisar una púa de puercoespín, por cierto, objeto de decoración muy bonito. Hay varios recorridos que se pueden hacer a pie pero la mayoría son en jeep y más si queremos ir a la zona dónde se encuentra la mayor parte de sables y la zona de las jirafas, durante el trayecto es fácil ver cebras, oryx, steenbok, kudú, blesbok, impala y springbuk, este último es un espectáculo de ver cuando corre, va saltando. Los élan, niala, y suricatos son más díficiles de ver.
La reserva tiene un campamento cerca del río Orange, una buena ruta de trekking es ir andando hasta ella, observando la naturaleza y las huellas e intentando reconocerlas, tarea nada fácil. Tendrás la compañía de alguna mariposa de llamativos colores y el sonido de algún pájaro, por lo demás silencio y paisajes de gran belleza … Respirar profundo porque es aire puro 100% libre!!
Una excursión de un día a Kimberley, donde se vivió la mayor fiebre del diamante jamás vista en el mundo y llegó a contar con 3.600 campos de extracción y 50.000 mineros. La mina de Kimberley, conocida como Big Hole llegó a abarcar una zona de 17 hectáreas, el hoyo tiene un perímetro de 1.6km y alcanzó los 800 m de profundidad, cuyos 250 primeros metros fueron excavados a mano. En 1914 dejó de explotarse y ahora es un museo al aire libre, en el que podemos contemplar, no sólo el Big Hole, sino también pasear por el poblado-museo, merece la pena.
Si queremos relajarnos en un SPA podemos acercarnos a Orania, otra opción es hacer alguna actividad acuática a Vanderkloof, hay también varios parques nacionales cerca donde poder ver rinocerontes, cebras y búfalos, pero para ver a los cinco grandes y todo tipo de fauna mejor ir al uno de los mejores santuarios de fauna del mundo, el Parque Nacional Kruger, pero esto lo contaremos en otro post.