Categorías
Hoy nos adentramos en el Norte del río Orange, el descubrimiento de diamantes en 1866 transformó la economía sudafricana y a sus pueblos, uno de ellos fue New Rush, rebautizada Kimberley en 1873. La atracción turística reside en las antiguas minas de diamantes que lo han convertido en un museo-poblado cuyo atractivo principal es el Big Hole. Hay una plataforma de observación que te permite ver el Big Hole desde arriba ofreciéndonos una sensación real del tamaño y la grandeza del agujero, que lo convierten en la excavación hecha por el hombre más grande del mundo. Tiene un perímetro de 1.6km y alcanzó los 800 m de profundidad, cuyos 250 primeros metros fueron escavados a mano.
Después podemos visitar las antiguas y subterráneas minas de la época y experimentar las condiciones peligrosas de explotación de la mina en el siglo XIX. Las técnicas empleadas entonces fueron pioneras en Kimberley y revelaron a los geólogos, por primera vez, que los principales yacimientos de diamantes eran antiguos tubos volcánicos. Se asumía hasta entonces que sólo se encontraban en los ríos, como era el caso de la India y Brasil.
La fiebre de los diamantes asoló al distrito de Kimberley por primera vez en 1869. En julio de 1871 los buscadores acamparon en la base de una pequeña colina. En sólo dos años, la ciudad-campamento de New Rush (Nueva Fiebre), rebautizada como Kimberley, acogía a 50.000 mineros. Cuando Cecil John Rhodes, adquirió las minas en 1889, 3.600 campos de extracción ya estaban siendo explotados. La mina estuvo abierta hasta 1914, para entonces se llevaba extraído 22,6 millones de toneladas de roca que produjeron un total de 14,5 millones de quilates de diamantes.
El origen de la transformación de una solitaria colina en una de la minas de diamantes más importantes de Sudáfrica tiene varia versiones, desde la piedra brillante que encontraron unos hermanos jugando en el Rio Orange hasta la del cocinero que descubrió el primer diamante en las laderas de la colina tras un altercado, el documental que se proyecta en el museo nos desvelará la historia de cómo este descubrimiento cambió la vida y el destino de esta región y sus habitantes.
Lo mejor es poder pasear por el curioso poblado-museo dispuesto alrededor del Big Hole que nos trasportará a la vieja ciudad minera del siglo XIX, está formado por calles adoquinadas flanqueadas por varios edificios históricos que han sido restaurados y decorados con muebles originales, allí podremos ver desde una iglesia (construida en Europa y llevada hasta Kimberley, y donde actualmente se siguen celebrando bodas) hasta oficina de compra de diamantes, banco, iglesia luterana, academia de boxeo, aposentos de los mineros, bares, tiendas, gasolinera y una réplica del tren que unía Kimberley y Ciudad del Cabo, entre otras cosas. Todo cuidado al detalle, un paseo que pone el broche de oro a esta sorprendente visita.
Una excursión de un día para disfrutar este poblado-museo y conocer más sobre los diamantes, tipos, colores… y como no, para aquellos que quieran adquirir esta pequeña joya hay tiendas en las que se pueden comprar.