Categorías
El viaje está en la esencia del ser humano, cada fin de semana las carreteras de salida de las grandes ciudades se inundan de almas escapando de su cotidianidad, de las zonas que conocen, de todo aquello que nos es familiar, del espacio que ocupamos de manera habitual y salimos ansiosos en busca de lo desconocido, del cambio, de caminos nuevos que puedan aportar experiencia distintas en nuestras vidas. Quizás venga de nuestros ancestros acostumbrados a cambiar de ubicación constantemente en busca de nuevas tierras que explorar para poder sobrevivir, quizás la curiosidad siempre estuvo en nuestra esencia primigenia, la pregunta nos mueve hacia caminos que no conocemos, porque queremos aprender, porque necesitamos conocer… porque en definitiva nuestra vida es un viaje, un viaje lleno de embarques y desembarques, de pérdidas de equipaje, y mochilas llenas de recuerdos. La supervivencia de nuestra especie depende del movimiento, del descubrimiento constante, de la adaptación permanente. La aparente calma y tranquilidad de un estanque de agua sin salida, está llena de endemismos, de malas hiervas que terminan por enredarse unas a otras, y con el tiempo el sol terminará por secar el estanque, porque el agua, como la vida se va evaporando poco a poco dejando un espacio de tierra yerma. El movimiento es necesario para que la vida fluya, y en ese fluir está la esencia de la vida misma.
Cuando viajamos todo se torna distinto y necesitamos preparar nuestra mente para lo imprevisto, para lo nuevo, para lo distinto. Debemos olvidarnos de lo cotidiano, de lo conocido y necesariamente tenemos que cambiar nuestro punto de observación, deberemos adaptarnos a circunstancias no habituales obligando a que habilidades que no utilizamos con regularidad salgan a la luz. Salimos de nuestra zona de confort y nos obligamos a adaptarnos, a entender, a asimilar, a reconocer lo distinto, a comparar, a apreciar, a valorar, a extrañar. Aprendemos vida cuando viajamos.
Y al viajar comprendemos que nuestra vida es un viaje, y que como tal deberíamos estar abiertos a todo aquello que nos llega, a todo aquello que contemplamos desde la ventana del tren, a arriesgarnos a parar en algunas de las estaciones que nos llamaron la atención al entrar en ellas, a no tener que preguntarnos constantemente ¿que hubiera pasado si hubiera bajado ?
Y al viajar comprendemos que la vida, como el viaje es movimiento, porque pararse… es morir.
Y al viajar comprendemos que la vida, como el viaje es descubrimiento, y aprendizaje, porque sin estos conceptos no hay evolución.
Y al viajar comprendemos que la vida, como el viaje, es adaptación, porque al hacerlo utilizas todos tus recursos.
Y al viajar comprendemos que la vida, como el viaje, es un REGALO, y como tal ha de ser tratada, con agradecimiento. Desaprovecharla sería simplemente ABSURDO
Fuente: Carmen Clemente – Stop and Go Consultores
Para más información entra en nuestro apartado Coach& Travel.