Categorías
Después de ver Perito Moreno y con perspectivas de subir hasta Iguazú, piensas que este país ya poco te puede sorprender, error. Ya lo he comentado en post anteriores, Argentina tiene tal variedad de paisajes que es difícil no caer rendido a tanta belleza. Teníamos claro que esta ruta había que hacerla y mejor por nuestra cuenta, aprovechar para conocer las carreteras autóctonas y disfrutar tranquilamente de los paisajes. Obvio que la infraestructura no tiene nada que ver con las que tenemos, te llenaras de polvo, esquivaras baches y acabarás un poco cansando pero descubrirás rincones espectaculares, a mi me recuerda un poco a una “gigante” Suiza.
Salimos desde Bariloche bordeando el lago Nahuel Huapi, que da nombre al parque nacional más antiguo de Argentina, con destino a Villa La Angostura, en esta encantadora ciudad turística empieza la ruta de los siete Lagos. La carretera empieza a convertirse en un recorrido zigzagueante por los estrechos valles fluviales y las montañas de Nahuel Huapi. Las laderas más bajas de las montañas están cubiertas de bosques de coigües perennes y por un abanico de colores formado de flores silvestres y arbustos que se entremezclan. Las cimas con nieve permanente en muchas de ellas.
http://www.phpaide.com/?langue=fr&id=5 grey; margin: 2px;» alt=»LAgo Correntoso (2)» src=»https://www.aduo10.com/wp-content/uploads/2013/05/LAgo-Correntoso-2.jpg» width=»559″ height=»372″ />
Tras cada curva y parada, para disfrutar del paisaje, piensas que ya no puede otro superarlo, pero no es así, cada vista es increíble y cada paisaje espectacular. El primero de ellos, lago Espejo, hay que tener cuidado, ¡puedes acabar en Chile!, está a escasos kilómetros de la frontera, después tomamos un “tortuoso” camino para llegar al lago Espejo Chico, pero mereció la pena. Desde allí pusimos rumbo al lago Correntoso. Pasado el lago la carretera se bifurca en dirección a Villa Traful, un pintoresco pueblo de casas de madera y piedra junto a un lago turquesa que lleva el mismo nombre. Os recomiendo ir a la casa de té y saborear algunos de sus increíbles chocolates.
Tras un té, unos chocolates y casi una hora de baches, nos reincorporamos a nuestra ruta. Entre árboles aparecen dos apaciguados lagos unidos por un istmo, Villarino y Falkner, zona de reunión de familias y para practicar piragüismo. Después llegamos al lago Hermoso, que hace honor a su nombre. Poco a poco el paisaje empieza a cambiar y se convierte en un bosque de hayas que rodea a las tranquilas aguas del lago Machónico. Llegamos a nuestro destino, al pueblo de San Martin, encajado a orillas del lago Lácar.
Desde allí pusimos rumbo a la Ruta 40 para volver a nuestro destino y tuvimos la suerte de contemplar uno de los cielos más insólitos que he visto, las nubes se convertían en una especie de remolinos con unas formas más que originales, al menos para mí.
La mejor época para hacer este recorrido es entre septiembre y abril.