Categorías
Cuando el viajero elije un destino puede hacerlo por muchos motivos: bien porque es un amante de la naturaleza y busca paisajes, contemplación o simplemente fundirse con ella unos días, bien porque busca mezclarse con otras gentes y otras culturas para conocerlas desde dentro, bien porque sólo desea unos días de descanso olvidándose de problemas, jornadas agotadoras, prisas, ruidos…; pero hay un tipo de viajeros que buscan algo más: el encontrarse en aquellos lugares en los que es la HISTORIA CON MAYÚSCULAS que hace atractivo el destino.
Y es que hay espacios de la geografía mundial que están aplastados bajo el peso de los acontecimientos que allí sucedieron, y que están marcados para siempre no importa cómo de hermoso sea el paisaje que lo rodea o el número de monumentos que se encuentren en sus inmediaciones. Uno de estos destinos es POLONIA.
Cuando pensamos en ella, no reparamos en su riqueza natural o en la riqueza de sus museos; inmediatamente desfilan ante nosotros imágenes de bombardeos y destrucción, de largas filas de prisioneros desfilando hacia campos de concentración, de invasiones y luchas inmemoriales, de un esforzado pueblo que ha sobrevivido a lo increíble…
Al pasear por sus ciudades, en su mayoría reconstruidas, gracias al esfuerzo y al tesón del pueblo polaco, el recuerdo de la Segunda Guerra Mundial está presente en cada rincón, bien en forma de placa, o de trinchera reconstruida, o de exposición fotográfica o de memorial por los muertos… “Lo que había, donde estaba”, pareció ser el lema de este pueblo que, a pesar de la destrucción casi total de su país tras la guerra, se embarcó en la reconstrucción de los lugares que habían sido arrasados, en muchos casos, hasta los cimientos.
Recuperar el orgullo de ser polacos, recuperar la vida nacional, recuperar las glorias nacionales destruidas, recuperar la historia y la cultura devastadas, y sobre todo, no olvidar… este es el poso que se siente en cada piedra de la Ciudad Vieja de Varsovia, en el hermoso puerto de Gdansk en cuyos astilleros se desarrolló la lucha del sindicato Solidaridad, en la península de Westerplatte, lugar donde, de facto, comenzó la Segunda Guerra Mundial, o bien en Ghetto de Cracovia, lugar inmortalizado junto a su viejo Barrio Judío en la película “La Lista de Schindler”…
Y sin embargo, aunque todo eso es cierto, esta atribulada tierra y este pueblo generoso y culto están haciendo esfuerzos denodados por superar, que no olvidar, este pasado de pesadilla. El viejo Barrio de Praga, en Varsovia, antaño ejemplo de barrio proletario soviético, es hoy un lugar de movimiento, de experimentación, de bohemia; cientos de artistas y estudiantes se han trasladado a él y hacen de sus calles, aún decrépitas y destartaladas, un espacio cultural de primer orden; se percibe la energía y la creatividad que sus callejones sucios esconden… Las frías paredes grises han dado paso a pinturas y murales improvisados, en un intento de traer un poco de espíritu a la zona. Esos murales y dibujos que uno se va encontrado de forma irregular, entre tanto gris, resaltan y brilla con inusual fuerza…
Polonia, presa de su pasado mira ahora al futuro con esperanza tras superar la Hecatombe. El viajero que pise esta tierra tendrá una mezcla de sentimientos que removerá lo más profundo de su alma, sentirá el horror, contemplará la belleza, experimentará la admiración, detestará la brutalidad humana…todo ello en una especie de carrusel, que lo dejará todo menos indiferente.
Articulo escrito por nuestro colaborador: Javier Vicente @jfuenfria